Solos entre las sombras
de la Estación Central
no era seguro más
de las once de la noche.
Ella me preguntó
por el tren que iba a un sitio
que yo jamás había
oído nombrar antes.
Le sonreí sintiéndome algo así como un héroe
señalé con un gesto el único bar abierto,
“vamos allá, -le dije- “tu tren se fue hace rato
pero seguro hay otro sobre el amanecer
que pasa frente al río justo cuando el sol nace.”
Desconfiaste un momento de buenas intenciones
Y pasó por tus ojos algo como un recuerdo.
Encogiste los hombros:
“¿Qué más me da a esta altura
total todos mis bártulos se han ido cuesta abajo
en el vagón de carga de un tren equivocado”.
Recuerdo el preciso instante en que rocé tu mano
fue mientras que con la transpiración de la cerveza
dibujabas un pájaro, una luna o el viento
con tu dedo de lápiz y de papel la mesa
Entrelazamos los dedos un momento después
igual a enamorados que ciegos y sedientos
se aferran entre ellos en medio de un naufragio.
El mozo un tipo enjuto de rostro preocupado
barría las baldosas distraído del mundo
y un borracho acodado en el último tramo
del mostrador cantaba llorando “Las cuarenta”
“No pensar ni equivocado” canturreé con cinismo
“ si igual se vive” seguiste, cantando entre el estrépito
del borracho cayéndose del alto taburete:
un derrotado más del reino de la noche
entre el olor a grasa y las puertas de tijera
arrastrado hacia un banco por dos desconocidos
una huella de orina, un zapato perdido.
y nosotros sonriéndonos como idiotas felices.
“¡Vámonos!” me dijiste cuando se hizo evidente
el fastidio impaciente en la cara del mozo
“llevame a algún lugar, cualquiera da lo mismo
que los conozco todos, solo quiero que ahora
alguno hasta hoy anónimo me recuerde tu nombre.”
El antiguo reloj de la estación vacìa
al que siempre vi pinta de bonsai de BigBen
como los fabricaban antaño los ingleses,
señalaba que eran las cuatro menos cinco.
E invulnerable al frío de aquella madrugada
te adentraste en la noche como en una piscina
“Hombres” me comentaste mientras yo deslizaba
mi mano en mismísimo umbral de tu cintura
me besaste tal como pagaras una deuda.
“Prometeme respetar mi corazón” –me dijiste-
“aunque sólo mis piernas te sirvan de refugio
aunque mis pechos sean la última esperanza
aunque me beses con los ojos abiertos
aunque tras el polvo, me dejes sólo polvo
y me convierta en nadie después de media cuadra.”
Y yo que hasta el momento te hubiera prometido
cualquier cosa en el mundo con tal de lo que sea
quedé estúpidamente confundido
y en alguna intersección próxima al alba
te rompí el corazón como quien rompe
un juguete por ver que tiene adentro.
en tanto se apagaban los primeros faroles
y saludaba al sol la sirena de un barco..
Me miraste con altivez de estatua griega
como una diosa arrogante, aún destronada
transcurridos tres pasos, cuatro, cinco.
hablaste más bien para ti misma:
“lo bueno de hallar siempre al hombre equivocado
consiste en tener claro que no vale la pena
dejar que una esperanza se te cuele en el alma
y por un precio módico: apenas morir sola
vivís una tristeza cómoda y confortable
como dentro de un féretro lujoso y enjoyado
en medio de una sala totalmente vacía.”
Después de eso giraste con severa elegancia
justo cuando empezaba a caer la llovizna,
te descalzaste como si la ciudad entera
fuera un loft alfombrado o una playa o tu patio.
seguí tus breves pasos llevándote hacia el centro
hasta que la distancia desdibujó la escena.
Fui a tomar un café, tan solo como siempre.
O más solo que nunca, si cabe, si se quiere
mientras que la nostalgia daba paso a otra cosa.
Cuentos, artículos, reflexiones, recomendaciones, pensamientos, sugerencias, ocurrencias y otros cuya definición coincidiría con su contenido
Novedades.
La estupidez es el único veneno cuyo efecto mata a los sobrevivientes.
Se publican aquí las cuatro partes escritas hasta ahora del cuento largo "La Conspiración" una historia policial en medio de las peripecias del Tercer Mundo.
Capítulo 1: Malos comienzos: http://el-herrante.blogspot.com/2011/05/la-conspiracion-1-malos-comienzos.html
Capítulo 2: Acá también pasan cosas: http://el-herrante.blogspot.com/2011/05/la-conspiracion-2-aca-tambien-pasan.html
Capítulo 3: Seguridad ante todo: http://el-herrante.blogspot.com/2011/05/la-conspiracion-capitulo-3.html
Capítulo 4: Todo lo que pueda ir mal...:
12.1.11
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